De la razón pura y un nuevo realismo
Un realismo verdaderamente nuevo tendría que negar la pureza de la razón y de la realidad. ¿Qué significa esto? La semana pasada, los miembros del Seminario permanente de reología comenzamos a pasar revista línea a línea al texto De res y de reus, o de la incompletitud de la mera noología. Partíamos de una teoría mínima de la inteligencia como introducción a una teoría general de la realidad. Aquí voy a contaros algunos temas repasados.
La realidad es siempre rea de las cosas y, entre ellas, también estoy reo yo.
En otro texto, relativo al mismo tema, se ha dicho: «La recuperación o reactivación de un realismo o de una filosofía realista es un destello positivo del quehacer filosófico de hoy […] La reología, así planteada, pasaría por ser una disciplina filosófica que, articulada con la noología, conformaría una ambiciosa pero urgente metafísica de la realidad. Una metafísica físicamente responsable [cuya] novedad está en declarar que no hay realidad pura, que la realidad es siempre rea de las cosas y que, entre ellas, también estoy reo yo; la metafísica reológica es siempre y sólo físicamente responsable. Por tanto, el realismo real de la reología es, en rigor, un realismo nuevo»[1]. Podría decirse, pues, que no hay realidad pura porque tampoco hay razón pura.
Y no la hay porque la razón está incardinada en el sentir, un sentir de realidad. ¿Cómo? A partir de que aprehendemos las cosas tiene lugar el proceso que realiza nuestra inteligencia de manera constitutiva a la sensibilidad. En el caso humano, la inteligencia siempre es inteligencia sentiente. Aprehendemos las cosas en impresión de realidad, por lo que las aprehendemos como propias, de suyo, estando ahí. La realidad es algo que tiene que ver con lo que vamos encontrando en el mundo, la realidad es de las cosas. En este sentido, las cosas, los asuntos, del mundo se nos presentan a los humanos como reales cuando aprehendemos tanto el contenido de la aprehensión como el modo de quedar esos contenidos en esa aprehensión. Ese modo es su «formalidad». Esta formalidad es un quedar de las cosas en nuestra aprehensión.
Pues bien, esos contenidos aprehendidos formalmente como reales nos posibilitan decir que las cosas, así aprehendidas, son reales en la propia aprehensión. Y a partir de ahí, el proceso continúa, con una finalidad descriptiva, utilizando el logos sentiente y, con una finalidad explicativa, la razón sentiente. Ambos son modos ulteriores de la misma intelección, para alcanzar la comprensión de las cosas. Como decimos, en este proceso tiene lugar la razón, una razón que es sentiente y que, como tal, es explicativa, pues ahonda en los contenidos de las cosas, no sólo describiéndolos sino tratando de alcanzar su fundamento, explicando el porqué y el cómo de los contenidos percibidos con el logos. Esta marcha en profundidad que es la razón como modo de explicación fundamental de la realidad de las cosas, cuando es filosófico, es precisamente el camino reológico.
Que sea razón sentiente es decir que es razón impura. Veamos, por su parte, este proceder de la razón en las ciencias. Las disciplinas científicas han utilizado sistemáticamente la razón humana para explicar, para buscar fundamentos de las cosas como sistemas estructurados en distintos niveles de complejidad. El punto de partida es la realidad percibida de las cosas (con el logos) y la formalidad de realidad de éstas impresivamente aprehendida, actualizando unos fundamentos (es decir, haciéndolos presentes) que quedan determinados y limitados por la disponibilidad (histórica) de los métodos y las herramientas que permiten una tal explicación. En este sentido, se establece una relación entre la información que somos capaces de alcanzar y el grado de racionalidad que supone la explicación alcanzada.
El momento racional es siempre limitado, está acotado, por la disponibilidad de métodos y herramientas.
La razón es un momento de la inteligencia humana, un modo de intelección. El conocimiento, la explicación de la realidad y su comprensión, es un resultado del empleo de la razón y, por tanto, un modo ulterior de intelección. La racionalidad sería la capacidad humana para utilizar la razón con el fin de conseguir una explicación fundante acerca de los contenidos de las cosas percibidos desde el logos. Este momento racional es siempre limitado, está acotado, por la disponibilidad de métodos y herramientas. En este sentido, los contenidos podrán ser explicados en términos de actualización progresiva del conocimiento. Por tanto, puesto que la racionalidad es siempre acotada, deberíamos abandonar la idea de una razón absoluta, que tiene que ver con una racionalidad completa, pura. El conocimiento explicativo presente lo es en función de los medios y herramientas disponibles y utilizados para alcanzarlo.
«Hoy el mármol está más presente que antes»
Consideremos una cosa material que el hombre conoce, explica, desde el inicio de la historia: el mármol. El hombre primitivo lo aprehendía como real y era capaz de explicar sus contenidos, sus características directamente observables: cosa dura, brillante, insoluble en agua, manipulable… La explicación racional quedaba determinada, y también limitada, por la disponibilidad de herramientas (prácticas y teóricas) para profundizar en el conocimiento de los contenidos. La realidad mármol quedaba actualizada por la descripción de sus propiedades y por algún resultado al aplicar sus habilidades. Sólo recientemente el hombre fue capaz de determinar la composición mayoritaria del mármol, que es el carbonato cálcico. Posteriormente, fue posible explicar que el carbonato cálcico estaba compuesto por otros elementos combinados en proporciones sencillas: un carbono, tres oxígenos, un calcio. Además, este compuesto estable disponía de una determinada estructura espacial que podía ser representada con fórmulas y figuras. La actualidad de la realidad mármol resultaba explicada de una manera más compleja pero más rica en conocimiento, en grado de racionalidad. Para nosotros, hoy el mármol es más que cosa dura, brillante, etc. Está presente de una forma mucho más rica. Se podría decir que hoy el mármol está más presente que antes.
Modelo de carbonato cálcico
Hoy sabemos que el mármol está constituido por un gran número de partículas de todo tipo: con masa, sin masa, con carga, sin carga, transmisoras de fuerza, con diferentes comportamientos magnéticos… La realidad mármol queda actualizada por el conocimiento que nos explica la íntima constitución de esa cosa. Las explicaciones de los contenidos de la res llamada “mármol” han alcanzado hasta los niveles más profundos que permiten la ciencia y la tecnología actuales. Esta cosa, actualizada por el resultado del alcance de nuestra razón, es una cosa de cosas, una realidad de realidades. Ahora bien, todos esos estratos de realidad constituyen la realidad en su conjunto: cada actualización fundamenta las realidades más complejas en realidades más simples, pero no es razonable, sería irracional, plantear que la única realidad es la realidad de las partículas fundamentales. Como suele decirse: el hecho de que los peces grandes sólo coman peces pequeños no nos lleva a afirmar que sólo son cosas reales los peces pequeños.
Las cosas reales han sido objeto de estudio, cada vez más complejo y completo, por las disciplinas científicas particulares. Esto que ocurre con las ciencias, esta forma de alcanzar mediante la razón las razones de las cosas, es precisamente lo que se propone, desde la filosofía, también la reología; una disciplina en construcción para alcanzar fundamentos reales de la realidad de las res. Y, si se me permite aportar esta conclusión, valdría decir que ahora es preciso detenerse en el caso de que todas las disciplinas se encuentran de hecho en «construcción reológica». Cuando digo construcción reológica como modo de actuar de las ciencias particulares me refiero a que profundizan con la razón en las cosas para buscar el fundamento y, si las ciencias son momento estructural del método de la reología,[2] entonces, siempre que procede la ciencia, está «construyendo reología». Las ciencias hacen, de alguna forma, reología; aunque no lo sepan ellas, nosotros, los reólogos, sí. Por tanto, este modo de profundización en la realidad de las cosas construyendo una misma disciplina, la reología, es común a disciplinas claramente diversas, como la física, la química, la biología u otras.
Vídeo: Realidad rea de las res
Y surge inevitablemente esta pregunta: ¿cómo se plantea el papel de la metafísica en este contexto? Una opción sería que llevara a cabo su labor como disciplina también en «construcción reológica». Pero entonces, ¿sería el objeto de la metafísica el comúnmente asignado como «la verdad», «el ser», «el bien»..? Definitivamente, no parece que este sea el papel que le compete a una metafísica reológica. Otra opción es considerar la metafísica como una disciplina cuyo objeto es el estudio de la realidad rea de las res, rea de las cosas reales, de todas las cosas reales. Así, el carácter transcendental, trans-físico, trans-científico, sería la condición fundamental de esta disciplina[3]. Entonces sí, la metodología de esta disciplina sería necesariamente reológica, interesada por la realidad de las cosas, por las cosas mismas y no solo por su formalidad de realidad. Usar la razón sentiente indagando en lo reus de las res es hacer más que mera noología. Y cuando se usa esta razón científicamente, se revela que lo común a las diversas ciencias está en que, al hacer su quehacer, están sirviendo a la metafísica.
Notas: ⬑
[1] Sierra-Lechuga, C. y Clavero, I. (en prensa) «Reología, un realismo nuevo«, in. Entre realismos, México.
[2] Sierra-Lechuga, C. (2020) «Reología, ¿en qué está la novedad?«, Devenires, xxi, 42: 193-211.
[3] Sierra-Lechuga, C. (2019-2021) «Pensar la ciencia, un problema de interés filosófico«, The Xavier Zubiri Review, Vol.15, pp. 43-60.
Autor: ⬑
Pedro Abellán, reólogo de la realidad material.
Químico, dedicado en su carrera profesional a la Gestión de la Calidad, Investigación y Desarrollo en el campo de la Nutrición, en una empresa internacional. Doctor en Ciencias Químicas, Máster en Nutrición y Doctor en Filosofía (Lectura e Historia). En su etapa actual de cierta madurez, está interesado por la Metafísica y por las cuestiones relacionadas con la realidad y sus diferentes manifestaciones y, especialmente, en el hombre como realidad entre realidades. Miembro del Grupo internacional de investigación científico-filosófica Realidad y proceso.
Áreas: filosofía de la química, metafísica, antropología filosófica.
En Filosofía Fundamental: https://filosofiafundamental.com/pedro-abellan/
Decía Aristóteles que el agua entendida no era el agua que se bebía. Señalaba con esto la diferencia entre lo que es algo y este mismo algo que es. Pero su realismo consistía precisamente en que lo primero era de lo segundo, que en su infinita multiplicidad era lo que realmente era real. El cientismo afirma contrariamente que lo segundo es sólo una apariencia secundaria a lo realmente real en que consistiría lo primero. Esta última afirmación tiene un aspecto casi platónico. No me queda muy claro lo afirmado por la reología. Los fundamentos y elementos constitutivos de aquello que «de suyo», como un «prius» está actualizado en la razón sentimental, ¿són algo más que componentes, principios y elementos reales explicativos según posibilidad históricamente determinada de lo que realmente es real, «el marmol», que seria aquello mismo que permitiría que una explicación realista pudiera ser entendida por cualquier ser inteligente, el mismo Aristóteles, por ejemplo, habiendo este sido preparado suficientemente en el método y los procesos usados? ¿Puesto en antecedentes metodológicos y con la información necesaria, ¿No entendería Aristoteles a Newton? ¿No indicaría esto que lo real realmente real no es la estructura electromagnética del carbonato cálcico, sino el «marmol» «del logos» , el cual se remite a cada «esto» mármol en su infinita variedad? «Mármol» este último con el que construimos estatuas y baldosas, paralíticos y encimeras de cocina. Mármol que lo es por cuanto tiene aquellas cualidades macroobservables que determina el logos sentiente a base de observación y experiencia transmisible por el lenguaje, las cuales cualidades se explican racionalmente por la ciencia del momento con los principios y elementos susceptibles de ser hallados con los métodos, técnicas y medios tecnológicos de cada época, llegando el hallazgo a la posterioridad? Perdón por la amplitud de la exposición de mis dudas e incomprensiones. Encuentro muy sugerente toda esta temática. Gracias por atenderme.
Gracias Albert por tus elaborados comentarios que voy a intentar aclarar:
El camino reológico consideraría la aprehensión descriptiva (logos), seguiría con la aprehensión explicativa (razón) y llegaría con la razón a la comprensión de la realidad de la res, en un camino de racionalidad acotada. La reología, partiendo de la noología, se centra en una concepción realista científicamente informada y se inclina por la realidad de la res, de la cosa. No es posible interpretar a Aristóteles con las herramientas científicas actuales en sus manos, pero no deberíamos esperar que llegara hoy a la conclusión de que la realidad sería el mármol descrito por el logos. En nuestro siglo XXI contamos con dos siglos y medio de experiencia y de avances científico-tecnológicos y nuestro grado de racionalidad, entendido como logro de aplicar la razón para consolidar conocimiento, no sólo para describir lo que aprehendemos, no es el de épocas anteriores. La racionalidad está determinada y limitada por las incertidumbres de forma que, a mayor certidumbre mayor grado de racionalidad. En la actualidad, las incertidumbres se miden en unidades de Planck.
Para la reología, las distintas realidades son estructuras de estructuras. La realidad mármol es una estructura dinámica que se ha formado, que ha devenido, a partir de otras estructuras anteriores, ya que es una roca metamórfica. El mármol puede tener composiciones distintas, debido a impurezas, aunque siempre el carbonato cálcico es el componente mayoritario. El carbonato cálcico puro se obtiene por precipitación del producto de reacción entre el hidróxido cálcico disuelto en agua y el anhídrido carbónico. Tan real es la estructura mármol como la estructura carbonato cálcico; se trata de una estructura real que envuelve otras estructuras reales. En definitiva, la cosa real mármol es distinta a la cosa real carbonato cálcico y ambas se encuentran en la naturaleza. Aristóteles describía la realidad mármol pero nada sabía de la realidad carbonato cálcico; hoy sabemos la relación entre ambas. Y tendría razón si propusiera, aunque no explicara, que el mármol ‘ya entendido’ no era el mármol utilizado para el Kuros de Asquepleion de Paros. Ahora bien, decir que ‘mármol puro’ es carbonato cálcico, que son la misma realidad, es también el resultado de un juicio de razón, resultado obtenido por un camino reológico que nos concede la explicación de esa realidad y, como tal, el carbonato cálcico es fundamento del mármol.