De la nous y la meditación, parte I

Loading

Notas de realidad

psicología

por Ignacio Clavero-Fernández
Calpe, España
08 de febrero de 2022

¿Noología para un monje zen?

Nunca había vivido la práctica de meditación un florecimiento tan importante como el que hoy goza. Su práctica se encuentra extendida por los países llamados occidentales, en un claro desbordamiento de su antigua circunscripción a China, India o Japón. Las causas sociológicas o históricas de por qué esto es así no nos interesan ahora.

El occidente secularizado emprende un viaje a oriente buscando el encantamiento del mundo.

Ya es por todos conocido el manido rumor de que el occidente secularizado emprende un viaje a oriente buscando la chispa espiritual, el encantamiento del mundo o el sentido pletórico de los símbolos que no fueron aniquilados por la criba de la racionalidad científico-técnica europea. Quizá sea esto así.

O también sea cierto que es más sencillo, más liviano, y deja más espacio a la pereza, recurrir a un mapa simbólico de la realidad venido del Otro, que se encuentra ya construido del todo, y que solo hay que recoger para vestir la vida con toda su ética/estética, que tener que re-unir (logos) las piezas fragmentarias que pueblan occidente para, metódica y filosóficamente, insuflar la luz necesaria de una razón que sea filosóficamente abierta a su histórica matriz simbólica (como bellamente nos propuso Eugenio Trías).

O tal vez tenga que ver con que la antigua ética de la virtud de estirpe griega fue poco a poco transformándose en una ética teórica, en una moral o ética des-encarnada de la práctica, de la ascesis, del ejercicio, del entrenamiento y su hacer, olvidándose de la dimensión humana de lo «praktikós», que en el budismo es el corazón de la enseñanza; hemos dinamitado el puente que comunica vital y realmente la ética con la teoría y ahora todos sabemos teóricamente qué es lo mejor, pero nos comportamos imantados por lo peor. Esto ya lo avisó mi querido Spinoza, claro que él bien sabía de estoicismo.

La cuestión es que en estas notas de la nous y la meditación no pretendo atender estas cuestiones. Sí diré que me interesan, porque practico meditación en mi banquito zen desde hace ya unos nueve años. Al principio claro que lo hice bajo la óptica simbólica del tapiz simbólico cultural original: el budismo. No, no me hice budista, pero la interpretación, la explicación y la conceptuación de lo que hacía y de lo que sucedía en el momento de meditación era simplemente budista. Más adelante explicitaré cual es esta óptica o este nivel interpretativo. Tras este acercamiento a la meditación budista, ya en la universidad estudié psicología y me topé con la práctica de meditación secularizada, psicologizada y clinicalizada: el mindfulness. La práctica del mindfulness es un conjunto de ejercicios psicológicos que involucran principalmente la atención y la visualización, destinados a potenciar nuestra «presencia», nuestro «estar presente» en lo que sucede en esa «celda» (así lo llamaba el monje cristiano Evagrio Póntico) que es el «aquí/ahora». Entonces descubrí el nivel de conceptuación psicológico conductual, la óptica psicológica de lo que es la práctica de meditación.

La propia práctica genera, sin lugar a duda, un modo vital de estar en la realidad difícil de decir, una apertura vital que no es solo psicológica, sino algo más. Ese «algo más» me puso ante la meditación como una práctica vital-existencial, es la óptica vital. Esta es la que con más extensión y neutralidad religiosa se acerca a la comprensión de la práctica de la meditación desde su función antropológica, la que más parece aproximarse a la pregunta ¿qué es la meditación para una persona no budista? ¿Cuál es el sentido antropológico de esta práctica?

Sin embargo, esta óptica se revela también insuficiente para dar cuenta completamente, trascendentalmente, de la «meditación». La filosofía, la así llamada reina de las ideas y los conceptos, no puede permanecer callada ante el fenómeno descrito desde las ópticas particulares. Pero no puede tampoco simplemente repetir las conceptuaciones propias de las ópticas simbólica, psicológica y vital. Así, ¿qué idea filosófica de «meditación» puede ser indagada? ¿Qué filosofía puede arrojar luz y claridad sobre esta práctica? Ante esta última pregunta debo reconocer que el primer principio de respuesta fue el horizonte del idealismo, pero, desechado en el propio aprendizaje filosófico, en la maduración filosófica que admite la importancia radical del «cuerpo» y de nuestra condición corpórea, se vio desplazado por la fenomenología de Husserl, y especialmente la de Merleau-Ponty, como sistema de conceptos capaces de hacer frente a la tarea de la «experiencia» en general y de la experiencia de la practica de meditación en particular.

Pero un hallazgo no previsto, no publicitado, que no está en el escaparate filosófico de la academia, apareció de súbito: el filósofo español Xavier Zubiri y lo que se ha venido llamando como «noología»; una metafísica de la inteligencia que entiende que el hombre no es una conciencia ligada intencionalmente a unos noemas, sino un animal de realidades, una sustantividad con inteligencia sentiente, una inteligencia abierta a la realidad de las cosas gracias a que en ella quedan las cosas como de suyo, como reales.

Si mindfulness es entendido como traducción del término pali «sati», que en español significa recuerdo/atención, pero cuyo sentido es el de atención plena o atención consciente, que es el modo psicológico-vital propio de la «meditación»; entendiendo que la atención es el momento originario de toda aprehensión o de toda captación; y sabiendo que Zubiri nos dice que “la aprehensión es, por lo que hace al momento del estar presente, un acto de captación de lo presente, una captación en la que me estoy dando cuenta de lo que está captado […] la aprehensión es el acto presentante y consciente” (Inteligencia y realidad, p. 23); entonces nos encontramos con suficientes alicientes para preguntarnos por la luz que puede arrojar el estudio legado por este filósofo de la aprehensión y la intelección, es decir la noología, sobre la práctica de meditación.

Se nos abre un camino de indagación desde una perspectiva filosófica trascendental de esta tan antigua práctica.


Autor:

Ignacio Jesús Clavero Fernández, reólogo de la realidad humana.
Graduado en Psicología por la Universidad de Zaragoza. Realiza una investigación independiente de metafísica interesada en la articulación entre noología y reología. Sus esfuerzos se encaminan hacia las cuestiones disputadas en filosofía de la mente. Investigador participante del Grupo internacional de investigación científico-filosófica Realidad y proceso.
Áreas: filosofía de la psicología, metafísica, antropología filosófica.
En Filosofía Fundamental: https://filosofiafundamental.com/ignacio-clavero/

2 pensamientos sobre “De la nous y la meditación, parte I

  1. Interesante. Estoy esperando ver las otras partes. El planteamiento parece prometedor. Un elemento esencial que tendrá que aparecer es el de una contemplación respetuosa del de suyo de las cosas y desvinculada de todo interés pragmático, de toda elección y realización de posibilidades. Intelección contemplativa, sin «para». ¿Como en la Gelassenheit de Heidegger?

    1. Hola Javier, muchas gracias por tu comentario. Es alentador. Sí debo decir que estas notas de realidad quieren ser una aproximación prudente, sugerida y espero que respetuosa. Algo más desenfadado- espero que no por ello menos riguroso- , dado el formato. Es decir, un primer intento de articular ideas en torno a la meditación practicada.
      Me apunto esa idea de «intelección contemplativa», ahí das en la diana. Escucho atento cualquier sugerencia o comentario tuyo, seguro que arrojan luz sobre estas anotaciones.

      Un cordial saludo.
      Ignacio.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *